En un giro histórico de la diplomacia internacional, cuatro países tradicionalmente aliados de Israel —Reino Unido, Canadá, Portugal y Australia— anunciaron este domingo el reconocimiento oficial del Estado palestino. El gesto, que será seguido por Francia y otros cinco gobiernos este lunes, marca un punto de quiebre en el seno del G7, donde hasta ahora la mayoría de las grandes economías habían evitado dar este paso.
Hasta la fecha, 147 naciones ya habían reconocido a Palestina, pero la ausencia de miembros del G7 había sido un obstáculo simbólico y político para consolidar su legitimidad internacional. La decisión de estos países rompe décadas de alineamiento automático con Israel y envía una señal de respaldo directo a la llamada “solución de los dos estados”.
De acuerdo con diplomáticos, este reconocimiento no es casual. Fue coordinado para coincidir con la “Conferencia internacional para la solución de los dos estados”, que se celebrará este lunes en la Asamblea General de la ONU en Nueva York. Pese a los intentos de Estados Unidos de impedir la participación palestina negando visados a su delegación, la Asamblea General aprobó el viernes un mecanismo excepcional que permitirá la intervención por videoconferencia.
La reacción del gobierno israelí fue inmediata. El primer ministro Benjamin Netanyahu declaró que “nunca habrá un Estado palestino” y acusó a las capitales occidentales de dar “un gran impulso al terrorismo”. Además, adelantó que su administración impulsará la expansión de asentamientos judíos en Cisjordania, en abierta contradicción con las exigencias internacionales.
Mientras tanto, el ejército israelí confirmó que sus tanques habían comenzado a ingresar en Ciudad de Gaza, intensificando la ofensiva militar para tomar la capital del enclave y desplazar a más de un millón de habitantes. Las capitales occidentales habían condicionado la postergación de su reconocimiento a un freno en esta ofensiva, pero Israel ha ignorado tales demandas.
Con esta decisión, el conflicto palestino-israelí entra en una nueva fase. El reconocimiento por parte de países del G7 representa no solo un golpe diplomático para Tel Aviv y Washington, sino también una bocanada de legitimidad para Palestina en el escenario internacional. El pulso entre el avance militar israelí y la presión diplomática global se intensifica en vísperas de una cumbre clave en la ONU.
