URUAPAN, Michoacán, 1 de noviembre.– El asesinato del alcalde independiente de Uruapan, Carlos Manzo, ocurrido la noche del viernes durante un evento del Día de Muertos, desató una ola de indignación en todo el país. Organismos empresariales, líderes políticos y ciudadanos expresaron su enojo por la falta de respuesta del Gobierno federal ante las reiteradas denuncias del edil, quien había advertido sobre la expansión del crimen organizado en la región.
Manzo, de 40 años, fue atacado por un sujeto armado alrededor de las 20:10 horas en pleno centro de Uruapan. A pesar de los esfuerzos médicos, falleció cuarenta minutos después en el hospital Fray Juan de San Miguel. El agresor fue abatido por elementos de seguridad, y dos personas más fueron detenidas, informó el fiscal estatal Carlos Torres Piña.
El crimen generó fuertes críticas hacia el Gobierno federal, al que se acusa de haber abandonado al alcalde pese a sus múltiples llamados de auxilio. Durante meses, Manzo había pedido apoyo para reforzar la seguridad del municipio, sin obtener respuesta. Incluso fue reprendido públicamente por la Presidenta Claudia Sheinbaum, quien lo acusó de actuar fuera del Estado de Derecho por instruir a su policía a “abatir” a los criminales armados.
“Un sistema donde reina la impunidad”
La Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio (Concanaco) emitió un comunicado contundente:
“¿Cuántos líderes más deben morir? ¿Cuántos ciudadanos más deben caer víctimas de un sistema donde reina la impunidad y donde el crimen organizado parece tener más poder que la ley?”
El pronunciamiento se sumó a las declaraciones de líderes opositores como Marko Cortés y Jorge Álvarez Máynez, quienes exigieron explicaciones a la Secretaría de Seguridad y reclamaron la falta de protección para un alcalde que, pese a las amenazas, continuó enfrentando a las células criminales.
“Clamó ayuda y fue ignorado”
En septiembre pasado, Manzo lanzó un llamado desesperado al Gobierno federal:
“Si no se pone orden aquí en Uruapan, pronto se escuchará un levantamiento fuerte, de voz, de justicia, y si es necesario, hasta de armas, porque la gente ya está hasta la chingada.”
Su advertencia se volvió profética. Aquel alcalde que recorrió las calles con chaleco antibalas y que retó a la Presidenta a pacificar la región “sin disparar un tiro”, terminó siendo víctima de la misma violencia que denunció.
La indignación se multiplica en redes sociales y en la opinión pública, donde el asesinato de Manzo es visto como símbolo del abandono que enfrentan los gobiernos municipales en zonas dominadas por el crimen.
